Institute of Iberoamerican Studies
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이베로아메리카 - Vol. 25, No. 2, pp.91-133
ISSN: 1229-9111 (Print)
Print publication date 28 Dec 2023
Received 02 Nov 2023 Revised 07 Dec 2023 Accepted 11 Dec 2023
DOI: https://doi.org/10.19058/iberoamerica.2023.12.25.2.91

Ni Locas, Ni Muertas: Mecanismos de Resistencia entre las Presas Políticas de Villa Devoto

AvendañoAnelí Villa*
Neither Crazy Nor Dead: Mechanisms of Resistance among the Political Prisoners of Villa Devoto

Durante la última dictadura militar argentina(1976-1983) se puso en marcha un aparato represivo de gran envergadura, y se desarrollaron mecanismos de articulación entre Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Exterminio(CCDTyE) y las cárceles públicas, a donde fueron enviados alrededor de doce mil personas.

La mayoría de las mujeres presas políticas fueron concentradas en la cárcel de Villa Devoto, donde fueron sometidas al hostigamiento y violencia constante por parte de las autoridades carcelarias, quienes les repetían constantemente que de ese lugar solo saldrían locas o muertas. Sin embargo, ellas encontraron la manera de hacer comunidad dentro de los muros, y mediante una profunda solidaridad lograron generar fuerza colectiva frente a la violencia. En este artículo, a través de las voces y narrativas de varias de las mujeres que fueron detenidos en este lugar, abordaré algunos de los mecanismos de resistencia que aplicaron, que les permitieron no solo sobrevivir a la dureza de la cárcel sino devolverles la dignidad y la humanidad que la dictadura pretendía negarles.

Abstract

During the last Argentine military dictatorship(1976-1983), a large-scale repressive apparatus was launched, which included articulating mechanisms between the Clandestine Centers for Detention, Torture and Extermination(CCDTyE) and public prisons, where around twelve thousand people were sent.

The majority of the female political prisoners were held in the Villa Devoto prison, where they were subject to constant harassment and violence by the prison authorities, who constantly repeated to them that they would only leave that place crazy or dead. However, the women found a way to create community within the walls, and through deep solidarity they managed to generate collective strength in the face of violence. In this article, through the voices and narratives of several of the women who were held in this place, I will address some of the resistance mechanisms they applied, which allowed them not only to survive the harshness of prison but also to restore their dignity and humanity that the dictatorship intended to deny them.

Keywords:

Political Prisoners, Women, Resistance, Solidarity, Collectivity, Argentinean Dictatorship

Presas Políticas, Mujeres, Resistencia, Solidaridad, Colectividad, Dictadura Argentina

Ⅰ. Introducción

La experiencia de vida de las presas políticas de Villa Devoto ha ido cobrando relevancia en los estudios de memoria sobre la última dictadura Argentina, si bien a un inicio de la democracia el foco fue puesto en las atroces experiencias vividas en los Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Exterminio(CCDTyE), destinándose una buena parte del análisis académico a la comprensión de su estructuración y a lo que Pilar Calveiro denominó como el aparato desaparecedor(Calveiro 2004), conforme fue pasando el tiempo también fue ampliándose la gama de estudios sobre la última dictadura argentina, contando hoy con una amplia bibliografía sobre el período y con la fortuna de tener dos grandes acervos testimoniales: Memoria abierta y Archivo Mariano Moreno, ambos de acceso público, lo que permite que investigaciones —como esta— puedan nutrirse con la voz de los y las sobrevivientes. Para esta investigación se revisaron varios testimonios que permitieron entrecruzar las distintas experiencias de vida con las entrevistas realizadas a 7 mujeres ex presas políticas de Devoto, pertenecientes a diversas organizaciones y cuya experiencia abarca desde el año 1974-1975, es decir antes del inicio de la dictadura, hasta el año 1983-1984 en que las últimas presas fueron trasladadas a la cárcel de Ezeiza y posteriormente liberadas.

Devoto fue un punto de encuentro para mujeres de todo el país, pues hacia 1976-1977 el régimen dictatorial estableció que lo más conveniente para tener bajo control a las presas políticas era concentrarlas todas en un lugar, así que en sus pabellones habitaban mujeres provenientes desde la Patagonia hasta Tucumán, que habían militado en alguna organización revolucionaria o realizado trabajo de político de algún tipo, y también —valga decirlo— alguna que otra que no estaba vinculada directamente, pero estas fueron las menos.

Además de las memorias de estas mujeres, se cuenta con cartas de la época, esta ha sido una fuente fundamental para rastrear la historia de las mujeres a lo largo del tiempo, pues ha sido un vehículo de expresión para ellas desde los tiempos en los que otros oficios les estaban negados. Desde el encierro de la cárcel se volvió también una vía para hablar de sus vivencias dentro de los muros, de sus sentires, sus sueños, sus anhelos. Estas cartas son un legado importante pues nos permiten trasladarnos a ese momento, sin la reinterpretación que implica el paso del tiempo o el acomodo de la memoria.

Charo Moreno1)(2015) en su libro Y con esta luna2) nos ofrece una recopilación de 140 cartas escritas a su madre durante los 10 años que estuvo encarcelada entre 1974 y 1984, en ellas vamos viendo el desarrollo de la vida cotidiana desde su paso por la Brigada de Avellaneda y la Cárcel de Olmos, la llegada de la Dictadura y luego el traslado a la cárcel de Devoto donde su puede ver lo que ocurre a nivel personal pero siempre revelando el accionar del colectivo.3)

Las cartas sirvieron también como uno de los materiales principales —junto a los poemas y dibujos— para la elaboración colectiva del libro Nosotras presas políticas4)(Beguan et al. 2006) que agrupa el trabajo de memoria de 112 mujeres ex presas políticas y que nos ofrece un interesante relato de lo vivido en la cárcel de Villa Devoto.

Frente al contexto de la pandemia de Covid-19, alrededor de 200 de estas mujeres comenzaron a reunirse de manera virtual para darle continuidad al proyecto, hablando de sus trayectorias después de la cárcel, permitiendo adentrarnos en los itinerarios de vida que las llevaron por distintos caminos. En este trabajo las mujeres celebran su vida “es un canto de esperanza, es una caricia que cura, es una ronda de amigas, es un abrazo que repara”(Cerone et al. 2023, 13) porque es la afirmación tangible de que la estructura de la represión no terminó con ellas, de que no salieron ni muertas, ni locas como les amenazaban constantemente durante su reclusión en la cárcel de Devoto.5)

Estos trabajos dan cuenta de esa memoria con marca de género de la que hablaba Elizabeth Jelin (2001) en la que las gestas heroicas son sustituidas por una historia de la vida cotidiana, que nos llevan a la esfera de lo íntimo, memorias que dan fuerza a los vínculos de afecto, al cuidado, a la solidaridad, apuntando a lo más esencial que es el sostenimiento de la vida, aun en condiciones tan adversas como la cárcel.

Académicos como Débora D’Antonio, Ana Gugliemucci, Santiago Garaño, Irma Antognazzi, Rocío Ceballos, entre otros, han contribuido con análisis profundo del tema, dilucidando y poniendo un especial énfasis en la resistencia que hombres y mujeres tuvieron frente al aparato carcelario. Señalando con particular ahínco que la existencia de presos políticos es anterior a la dictadura, pero que los mecanismos se fueron perfeccionando, configurando la figura de Detenidos Terroristas y estableciendo una serie de mecanismos de control, aislamiento y presión psicológica que tenían el objetivo de desactivar políticamente a los y las presas. Es por ello que resulta relevante estudiar el tema de la prisión política, porque permite terminar de entender el aparato de la represión y ubicar los engranajes de articulación con los centros clandestinos, como devela Débora D’Antonio en su libro La prisión en los años 70. Historia, género y política(2016), al hablar de la relación entre el ocultamiento de los centros clandestinos vs. la visibilidad de la cárcel de Devoto, presentada como una cárcel vidriera para demostrar ante la presión internacional que en Argentina había un supuesto respeto a los derechos humanos y negar/ocultar la existencia de la desaparición.

Santiago Garaño y Werner Pertot(2007) proponen la figura del detenido aparecido, para hacer notar que muchos de los presos pasaron por la condición de la desaparición y son por tanto testigos claves de lo que ocurrió en los centros clandestinos, pero que tienen inscritas también las vivencias de la cárcel. Garaño(2020) nos habla además de la necesidad de vislumbrar la resistencia en la cárcel, sin idealizar, pero abriendo esta experiencia que resulta un aliciente de esperanza.

Resulta una referencia obligada también las reflexiones vertidas por Ana Gugliemucci(2005) respecto a la forma en que las presas políticas recuerdan y en los caminos que han llevado a la configuración de una identidad colectiva.

Todos estos textos han permitido arrojar luz a las entrevistas que realicé con mujeres ex presas políticas, cuyas voces se ha decidido priorizar en este artículo, pues considero que además de ser una fuente inédita, lo vertido en ellas nos permite trazar el itinerario de la resistencia en la vida cotidiana de las presas. Este artículo tiene por objetivo dar cuenta de los distintos mecanismos de resistencia que estas mujeres —junto con muchas otras— fueron trazando frente al aparato de control de la cárcel: la solidaridad, la organización de los víveres a través del economato, las estrategias de comunicación, el teatro clandestino, la escritura, la poesía, la risa, mecanismos que les permitieron atravesar la situación límite, afirmando la dignidad y la fuerza colectiva.


Ⅱ. El camino hacia Devoto

Las detenciones arbitrarias de líderes sociales se volvieron una práctica corriente en la Argentina durante el gobierno de Isabelita, María Estela Martínez de Perón, quien asumió la presidencia en julio de 1974 tras la muerte de su esposo Juan Domingo Perón6). José López Reaga, Ministro de Bienestar Social y uno de los principales líderes de la Triple A(Alianza Anticomunista Argentina) fue el encargado de diseñar y ejecutar la persecución a los movimientos revolucionarios, encabezando el famoso Operativo Independencia7), así como las detenciones arbitrarias de diversos líderes sociales, a los que se sometía a cruentos interrogatorios. Algunos de ellos eran puestos en libertad a los pocos días, pero otros eran trasladados a las cárceles acusados de diversos delitos.

Santiago Garaño y Werner Pertot(2007) señalan que, en este primer período, utilizaron la cárcel de Rawson como el laboratorio para lo que se vendría después, es decir para el establecimiento de controles estrictos sobre la vida de los y las presas, a través del reglamento aprobado el 26 de diciembre de 1974 mediante el decreto 2023, en el que se marca una separación entre las medidas de los presos comunes y los presos políticos, decretando que a estos últimos se les revisaría toda la correspondencia y que esta solo podía sostenerse con vínculos filiales comprobables, se reguló también el material de lectura, para asegurarse que no hubiera material subversivo y se dejó establecida la prohibición para realizar cualquier tipo de actividad política o gremial.

No es de extrañar que esta fuera la primera cárcel donde se llevó a cabo esta estricta reglamentación, pues al tener una fuerte concentración de miembros de los distintos grupos armados, Ejército Revolucionario del Pueblo(ERP), Fuerzas Armadas Revolucionarias(FAR) y Montoneros, fue un bastión para continuar la organización política. Fue precisamente ahí donde en 1972 se dio el intento de fuga masiva de los reclusos, cuyo resultado fue trágico, pues si bien seis de los líderes lograron salir hacia Chile, otros diecinueve fueron masacrados —sobreviviendo tres— fingiendo que había sucedido otro intento de fuga.

Silvia Asaro, militante política originaria de Trelew, afirma que fue precisamente este hecho el que le hizo tomar la decisión de militar políticamente, acercándose primero a una comisión de apoyo para los familiares de los detenidos y al tiempo pasando a formar parte del Frente Anti-imperialista y por el Socialismo(FAS) perteneciente al PRT(S. Asaro, comunicación personal, 3 de julio de 2023)

La cárcel de Rawson va a ser uno de los principales destinos para los presos en la época del 74-75, aunque no el único, pues no existía todavía una idea de concentración, así que tanto los hombres como las mujeres se encontraban diseminadas en distintos puntos del país, como señalan en el libro Nosotras presas políticas:

Estábamos en la cárcel de Villa de Gorriti de San Salvador de Jujuy; en Villa las Rosas, Salta; en la Alcaldía de Resisitencia, Chaco; en la Alcaldía de Mujeres de la Jefatura de Policía, conocida como el Sótano, en Rosario; en El Buen Pastor, y la Jefatura de Policía, también llamada El Tránsito en Santa Fe; en Mendoza, en Santiago del Estero, en La Rioja, en Catamarca; en la Unidad Penitenciaria 1(UP1) de Córdoba; en Villa Urquiza, Tucumán; en la Cárcel de Olmos de la Plata, y e la U2 de Villa Devoto, Capital Federal.(Beguan et. al. 2006, 39)

Se tiene registro de que las primeras presas políticas que ingresan a la cárcel de Devoto lo hicieron en febrero de 1974 y poco a poco la prisión se fue poblando, Silvia Asaro nos cuenta de que cuando ella llegó, en el año 75 “estábamos en pabellones. Que se le llama pabellón a un galpón medianamente grande con cuchetas y entrábamos más o menos veinticinco, entre veinticinco y treinta más o menos compañeras. Y ocupábamos todo un piso. No me acuerdo ahora cuántos pabellones eran (⋯) había compañeras que ya estaban habilitadas ahí desde el setenta y cuatro, en Devoto. Y el régimen era de puertas cerradas. Teníamos una hora de recreo en el cuatro. Y ahí en el Pabellón estábamos todas juntas, las veinticinco, donde teníamos un montón de cosas prohibidas, pero con una mano, todavía eran pasables las celadoras que nos cuidaban. Eran duras, pero teníamos alguna posibilidad, entraban cosas de afuera”(S. Asaro, comunicación personal, 3 de julio de 2023). Además, en esta época todavía estaban permitidos los diarios y las visitas familiares, a través de las cuales se iban enterando de lo que ocurría fuera de las rejas, por lo que fueron intuyendo que algo estaba por pasar, aunque como menciona Elsa Chagra “nunca, aún las mentes más lúcidas, nunca se imaginaron la crueldad con la que venía ese golpe”(E. Chagra, comunicación personal, 10 de noviembre de 2022).

Otra cárcel que tuvo un importante papel en esta época de pre - dictadura fue la Cárcel de Olmos, en provincia de Buenos Aires, cercano a la Plata. Liliana Ortiz, militante del PRT que se encargaba de prensa y difusión del Frente Obrero Ferroviario, nos narra que, si bien en esta cárcel de Olmos había presas comunes, ya para esa época comienzan a separarles y a concentrar un número importante de presas políticas: “en un Pabellón grande, éramos 56 mujeres, en el año 75 y 16 niños de menos de dos años; porque habían detenido a madres con sus niños. Bueno ahí vivimos un tiempo hasta que después me llevan a otro lugar más grande, de la misma cárcel. Un edificio ya más tipo cárcel, cárcel, con celdas. Pero todavía el régimen era bastante abierto, y ahí empezamos a sumar, de las cincuenta y seis ya empezamos a cien, doscientas. Hasta que llegó el golpe”(L. Ortiz, comunicación personal, 3 de julio de 2023).

Ella afirma que esta primera época, comparativamente con lo que vendría después, era un régimen más abierto, pues aún conservaban algunos derechos como el poder moverse, hacer ejercicio, salir al patio, como narra Ortiz:

Ese régimen carcelario fue mucho más liviano si se quiere, entre comillas, estábamos encerradas, estábamos presas, pero había un régimen de salida entre nosotras. Podíamos tener conversaciones, trabajar en grupo; ya a los niños, las madres habían decidido sacarlos, que se los lleven sus familiares porque ya se veía venir que las condiciones para las que tenían niños iban a empeorar. Entonces su familia los llevaba porque además la ley, o según lo que se decía en ese momento te autorizaba hasta los dos años, del régimen carcelario. La madre con su hijo o su hija(L. Ortiz, comunicación personal, 3 de julio de 2023).

Por su parte Cristina Guillén, una mujer de familia Cordobesa de clase media, quien comenzó a militar muy chica motivada tanto por el “ambiente de época” como por su entorno familiar peronista, hace un comparativo entre estos dos momentos, antes y después del golpe. La primera vez que fue detenida fue en 1974 y tras algunos meses puesta en libertad. Para ella este primer momento era otra cosa, pues “les dejaban estar”, las condiciones permitían estar bien, tener acceso al patio, hacer actividades(Guillén, 2007).

Si bien se podría decir que las condiciones carcelarias durante los años del peronismo eran menos hostiles, es importante señalar que desde estos años e incluso desde fines de los años 60 se fue configurando el aparato represivo. Débora D’Antonio(2016) realiza en su texto un interesante recorrido por las legislaciones carcelarias en las que podemos rastrear como se va configurando la idea de enemigo al interior de la prisión hasta llegar a lo que la autora nombra como el proceso de modernización y militarización del Servicio Penitenciario Federal. Recordemos que en el citado Decreto 2023 del 26 de diciembre de 1974, donde se regulaba la vida de los presos de Rawson, se establecía que los detenidos pasarían de nombrarse interno a llamarse “Delincuentes Terroristas”.

Además, es preciso no dejar de señalar que, si bien la práctica de tortura en centros clandestinos tiene su apogeo durante la dictadura, no puede decirse que esta comenzó ahí. Rescato en este sentido la historia de Berta Horen, una de las coordinadoras del libro Nosostras en Libertad (Cerone et al. 2023), nos muestra con su historia las continuidades de los mecanismos represivos pre-dictadura. Horen fue militante de la Juventud Peronista, enfocada sobre todo al trabajo barrial, ella fue detenida casi un año antes de la llegada de la dictadura, en abril de 1975 de donde fue trasladada al Pozo de Banfield, al respecto ella narra “me llevaron a torturarme todo ese día. A la noche, me llevan a la Comisaría para recuperarme y sacarme de nuevo al día siguiente. O sea, yo sé, porque escuchaba todo lo que decían. Y cuando me entran alzada, porque yo no podía caminar y ahí mi tío me ve. Entonces dice: “¡Es ella, es ella!” y entonces ya me dejan en la Comisaría”(B. Horen, comunicación personal, 5 de julio de 2023) A su juicio, el hecho de haber sido identificada por su tío le salvó la vida, pues no volvieron a torturarla sino que al cabo de veinte días la trasladaron a la Cárcel de Olmos y le abrieron una causa judicial, donde la acusaron de robo de automotor y asociación política, pese a no tener ninguna prueba fue puesta a disposición del Poder Ejecutivo Nacional(PEN) y la mantuvieron en prisión hasta octubre de 1982.

Silvia Asaro reflexiona sobre este tiempo anterior a la dictadura, enfatizando que, si bien no era comparable con lo que ocurrió después, no significaba que no hubiera ya tratos degradantes:

Todas habíamos sido detenidas con golpes y demás. O sea que no es que estábamos en un Colegio de Señoritas; el régimen era duro. Y venían por más. El tema es que todavía no estaba detallado el plan de aniquilamiento que tenían preparado hacia nosotras, afuera la represión, una vez que se da el golpe fue tan brutal que querían cortar todo, todo. Familiares, amigos, con vecinos si vos tenías una libretita, tenías un nombre acá anotado “pum” seguro que esa persona caía. Era como que tenían bien diseñado el plan de aniquilar a todo lo que era fuerza organizada.(S. Asaro, comunicación personal, 3 de julio de 2023)

En marzo de 1976 mediante un golpe de Estado, María Estela Martínez de Perón fue destituida del cargo, quedando el país bajo el gobierno de una dictadura militar encabezada por el general Jorge Rafael Videla, durante la que se incrementó la violencia política, continuando con las detenciones arbitrarias, pero a mayor escala e incorporando el mecanismo de la desaparición de personas. Si bien se tiene información de que durante el gobierno de Isabelita funcionaban ya algunos centros ilegales de detención, fue en la dictadura que esto se va a volver toda una estructura sistemática, llegando a existir al menos 500 Centros Clandestinos de Detención, Tortura y Exterminio.8)

Como bien han señalado varios autores(Calveiro, Garaño, Gugliemucci, D’Antonio) los centros clandestinos de detención funcionaron de manera articulada con las cárceles, las personas eran detenidas y mantenidas en condición de desaparición, siendo torturadas y sufriendo diversos vejámenes. El período de estancia en los centros clandestinos cambió con la llegada de la dictadura pues mientras que antes era una cuestión de días previos a las cárceles, durante la dictadura esto se extendió por semanas o meses. Esto en los casos en los que este traslado sucedía, pues no podemos olvidar a los 30.000 desaparecidos que nunca llegaron a pisar la prisión pública.

Durante la dictadura, de manera paralela a la estructuración de los centros clandestinos, se fueron generando una serie de reglamentos dentro del Servicio Penitenciario que buscaban la regulación del trato hacia los presos políticos. En junio de 1976 Videla, mediante el Decreto 955, estableció que el reglamento que había sido probado en la cárcel de Rawson se extendiera a todos los detenidos a disposición del PEN(Garaño, 2020) haciendo algunas modificaciones como lo respectivo a la maternidad, estableciendo que los hijos podían permanecer con las madres hasta los 6 meses, advirtiendo que de no haber condiciones estos podría ser entregados a instancias de gobierno: “Al cumplir el menor los 6 meses si el progenitor o demás parientes obligados a prestarle alimentos no estuvieran en condiciones de hacerse cargo del mismo, la administración penitenciaria dará intervención a la autoridad jurisdiccional o administrativa que corresponda”(Beguán et. al. 2006, 475).

El gobierno de la dictadura diseñó una estrategia carcelaria diferenciada entre hombres y mujeres, pues mientras ellos fueron diseminados por el país, a las mujeres se les concentró en la Unidad N°2 del Servicio Penitenciario Federal, conocido como la cárcel de Villa Devoto. El 3 de septiembre de 1976 llegaron a Devoto dos camiones del PEN con setenta presas que venían del penal de Olmos, donde se encontraba una parte importante de la conducción de Montoneros, PRT-ERP y la organización uruguaya Tupamaros(Garaño 2020) y tras ellas siguieron otras prisioneras, como se narra en el libro Nosotras presas políticas:

Prácticamente de septiembre a diciembre se realizaron casi todos los traslados de las cárceles del interior del país. En septiembre ingresaron las cordobesas y empezaron a vaciar la cárcel de Olmos. En octubre llegaron las de Tucumán, de la cárcel de Villa Urquiza. En octubre también llegaron las de Santa Fe, del Buen Pastor. En noviembre las de la cárcel de Resistencia, Chaco. Luego las mendocinas, las santiagueñas. Y prácticamente la concentración de mujeres iba complentándose. Devoto ya está conformada. (Beguán et. al. 2006, 108)

Para mediados de 1977 se estima que en Devoto había ya unas 1.200 presas (Beguán et. al. 2006, 110) algunas provenientes de las prisiones de todo el país y otras que llegaban directamente de los centros clandestinos de detención aun con las huellas de la tortura. En este sentido llegar a Devoto significó para muchas mujeres una especie de respiro, una bocanada de esperanza de sobrevivir, sabiendo que aunque nada estuviera escrito estar en las cárceles les otorgaba cierta visibilidad lo que se convertía en una suerte de garantía. Sin embargo, también lo vivieron con profundos interrogantes y preocupación por las y los compañeras/os que habían quedado en los campos clandestinos o en el traslado, sabiendo que su destino más probable había sido la muerte.

María Esther de Negri, militante del PCR, fue detenida el día de su boda en agosto de 1976 y trasladada al Servicio de Informaciones de la Policía de Santa Fe, conocido como El Pozo, en la ciudad de Rosario y aunque afirma “a mí no me torturaron mucho” nos cuenta que en el lugar se realizaban todo tipo de torturas, incluida la violación sexual. Se tiene información de que pasaron por el lugar alrededor de 2.000 personas entre los años 1976 y 1979, muchas de las cuales se encuentran aún desaparecidas. De Negri sostiene que ella sobrevivió porque la represión “estaba centrado en la persecución al ERP y Montoneros, entonces a las otras fuerzas no nos daban tanta bola”(M. De Negri, comunicación personal, 5 de noviembre de 2022). En diciembre fue trasladada junto con otras a la cárcel de Devoto, y nos narra el miedo que esto conllevó:

Ya mi embarazo estaba bastante avanzado, fue muy duro todo ese traslado, me metieron en un avión, un Hércules, un avión de esos de carga o de traslado del ejército, de prisioneros, esposadas en el piso. La verdad es que no sabíamos cuál era nuestro destino si nos iban a tirar al mar o que, nadie te decía nada, solo te daban golpes si hablabas, era todo muy violento. Bajamos en Buenos Aires y qué sé yo, lo poco que podías hablar con las compañeras en medio del traslado eran las opciones, no sabíamos a donde nos llevaban, pero muchas fuimos a Devoto, que fue la forma de blanquear, porque esa era la época en que ya las madres habían comenzado, ya se venía el mundial, estamos hablando todavía del año 76, ya empezaron a hacer las denuncias sobre todo lo que estaba pasando con los derechos humanos en Argentina(M. De Negri, comunicación personal, 5 de noviembre de 2022).

Al poco tiempo de que había iniciado la dictadura comenzaron a llegar a la Argentina organismos internacionales con el objetivo de “supervisar” el respeto a los derechos humanos, esto llevó a que hubiera traslados masivos a las cárceles comunes, como este que señala De Negri, donde eran presentados como presos y presas políticos/as.

Nieves Kanje, era militante de otra organización aparentemente menor: Vanguardia comunista, sin embargo, su grupo fue golpeado duramente y desarticulado en cuestión de días en 1978. Varios de sus integrantes fueron secuestrados y trasladados al CCDTyE conocido como El Vesubio, del que no todos sobrevivieron. Ella fue detenida en la escuela primaria donde se encontraba trabajando como maestra recién egresada en un barrio humilde de la capital, por unas personas que se identificaron como policías, quienes, tras amenazarla con terminar su vida, trasladaron a Nieves hacia el centro clandestino donde permaneció por varios meses antes de ser llevada a la cárcel de Devoto, en el contexto de la presión política internacional y la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Ella nos narró las condiciones en las que se dio su traslado y el significado que este tuvo para ella:

Ya en la cárcel de Devoto era otra cosa digamos, porque ya ahí estabas legal, te podía ir a ver tu familia. En cambio, cuando estuvimos secuestradas era la muerte. Era todos los días saber que te podían matar, y si no, era escuchar la tortura de los compañeros. Tratar de acordarnos de las caras, de ellos y de los compañeros y de los nombres de los compañeros, porque en un momento, nosotros, nos dijeron que nos iban a trasladar. Y nos hicieron firmar una declaración de que éramos subversivos, que habíamos hecho esto, esto, lo otro. Ya sabíamos, no sé cómo nos habíamos enterado, que eso significaba que nos llevaban, nos mandaban a la cárcel con todo eso para hacernos un juicio, y bueno ahí preguntarles a los compañeros que no les habían dicho esto, ni les habían hecho firmar nada, porque al día siguiente nos trasladaban, sus nombres, todo, para poder avisar a sus familias. Nos trasladan a 35 personas en grupitos de siete, en diferentes camiones, y en un determinado momento estamos también esposados, encapuchados todos, nos dicen: “Ahora bájense todos que los vamos a fusilar”. Hacen un simulacro de fusilamiento y allá aparece un camión del ejército diciendo⋯ como que eran los héroes salvadores que venían. Nos metieron en el camión, a mí me llevaron a un destacamento que fue el paso previo a ir a la cárcel. Yo estaba ahí con otra compañera, y había cinco varones, pero no los veíamos, estaban en otro lado. Ahí nos alimentaron porque habíamos adelgazado, éramos piel y huesos, estábamos muy débiles, porque después se suponía que ya nos legalizaban, nos mandaban a la cárcel y ahí nos iba a ver nuestra familia. Y ya se sabía que había habido denuncias de violaciones a los derechos humanos, desde Europa, desde diferentes organismos. Entonces se ve que nos quisieron levantar un poco, alimentar un poco para que no estemos tan desfallecientes, veinte días, veinticinco días en el Destacamento de Mercedes estuve yo. Algunas estuvieron en comisarías, otros en otros destacamentos. Vino, vino en ese momento la Comisión, por eso todo fue más rápido, empezaron también a sacar gente de los Centros Clandestinos para tirarlos abajo. Como fue Vesubio, que lo tiraron. Para demostrar que no era verdad que había Centros Clandestinos(N. Kanje, comunicación personal, 7 de julio de 2023).

Como claramente señala Nieves Kanje, la presión internacional comenzó a surtir efecto a partir del año 78, principalmente por dos motivos: por un lado, el mundial de futbol que pese a ser utilizado por la dictadura para ofrecer una cara amigable, atrajo la atención internacional y posibilitó a las organizaciones de Derechos Humanos argentinas articular las denuncias sobre la existencia de los campos clandestinos y por otro, la visita de distintos organismos de derechos humanos, como la Cruz Roja Internacional.

Como parte de esta estrategia se optó por maquillar el aparato represivo con la apertura de la cárcel de Devoto al escrutinio público y de los organismos de derechos humanos, esto después de trasladar a un importante número de detenidas en centros clandestinos quienes pasaron primero por procesos de recuperación para borrar los rasgos de la tortura como narró en su testimonio Nieves Kanje.

A decir de D’Antonio(2011) la concentración de las mujeres en la cárcel de Devoto partía de la argumentación de vulnerabilidad, lo que permitía darle más fuerza a la cara humanitaria que quería exponer la dictadura, pues se mostraban compasivos frente a ellas, aunque claramente esto solo ocurría frente a las visitas externas, pues atrás de la pantalla seguían siendo violentadas. Puede verse reflejado en temas como la comida, pues según nos narraron las mujeres, ellas sabían que cuando tenían una buena comida era que alguien estaba ahí, esa era su señal de alerta para prepararse y hacer las denuncias pertinentes.

En septiembre de 1979 se contó con la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos(CIDH), quienes realizaron inspecciones en distintas cárceles para asegurarse del respeto a los derechos humanos de los presos. Cristina Guillén, cuyo testimonio se encuentra en el acervo de Memoria Abierta, prácticamente salvo su vida gracias a la visita de esta comisión pues tras ser detenida en el 79 junto con su padre(su marido y su cuñada habían sido agarrados antes) fue trasladada a la penitenciaria donde permanecían incomunicados y como ella señala en condición de desaparición:

Estábamos las dos, mi cuñada y yo y entonces entra la CIDH por un pasillo que había, nosotras escuchamos que entran y había un banco que corta, eran celdas individuales donde nos tenían, entonces pregunta este señor que venía de la comisión, ¿hay más detenidos? y el jefe del penal le dice, no, no hay más nadie, porque nosotros no estábamos blanqueados, en realidad estábamos ahí en una situación que nadie sabía bien, menos nosotras en qué situación, en realidad estábamos desaparecidas, mi familia no sabía dónde yo estaba, entonces yo saco la mano por el pasa platos y empiezo a gritar ¡aquí hay gente!, ¡aquí hay gente! entonces ellos piden que se mueva el banquito, les corren el banco y nos empiezan a entrevistar, entonces yo denuncio toda la situación(Guillén, 2007).

Entre las cárceles que visitó la CIDH estuvo por supuesto la UP2 Devoto, en donde las mujeres fueron exhibidas a sus ojos, es por esto que muchas presas políticas se refieren a este espacio como cárcel vidriera, a decir de Guglielmucci esto generó en ellas una sensación de “rehenes del régimen militar”(2007) pues estaban a merced de las negociaciones entre el gobierno dictatorial y los organismos internacionales.

El régimen militar denominó como “campaña antiargentina” a todas las denuncias que los sobrevivientes de centros clandestinos de detención o sus familiares realizaban en el exterior, difundiendo las estrategias represivas y las torturas de las que eran objeto. Fue en este contexto que se lanzó la campaña publicitaria de “Los argentinos somos derechos y humanos” repartida en afiches, volantes y posters que se instaba a colocar en las tiendas. También se dictó el Decreto 780/79 en el que se establecía que existiría un Equipo Interdisciplinario encargado de la clasificación de los presos en adapatables, posiblemente adaptables y difícilmente adaptables. Este equipo sería el encargado de mirar y calificar la conducta de los detenidos y de “producir informes de evaluación de los DT detenido en los pedidos de salida del país, libertad vigilada, libertad condicional indultos y conmutaciones de penas” (Beguán et. al. 2006, 479). Es decir que a partir de este momento comenzó a legislarse la posibilidad de salida de las cárceles.


Ⅲ. Organizar la vida en la cárcel

La cárcel de Devoto se volvió un reflejo de la vida afuera, una comunidad de muchas comunidades, donde estaban presentes las distintas organizaciones con niveles de jerarquía, que si bien no eran los mismos que afuera si reproducían la idea de la conducción, que estaba a cargo de militantes que tenía cierta responsabilidad fuera. De esa conducción iba bajando la estructura de la organización, estableciéndose comisiones rotativas.

Gloria Canteloro nos narró cómo funcionaba a grandes rasgos esta organización:

El funcionamiento político sí era por organización, y dentro de las organizaciones se reprodujeron las estructuras. Yo había sido una militante de base digamos, lo que se llama de agrupación. Entonces yo discutía, charlaba, con las compañeras de mí nivel y después los niveles siguientes discutían entre ellas, y había una conducción, una conducción de cada organización por piso. Y después, entre los pisos, había niveles de conducción para el Ala y para todo el penal. O sea, se reprodujo la estructura. No era fácil a veces porque las comunicaciones, entre un bloque y otro, planta seis celulares, era complicado. Era muy complicado. Pero se trataba de mantener esa comunicación, había un funcionamiento político(G. Canteloro, comunicación personal, 17 de julio de 2023).

Las discusiones políticas se hacían a lo interno de las organizaciones con la poca información que iban teniendo de lo que pasaba afuera, pero existía también un intercambio entre organizaciones, que realizaron una política de alianzas frente a los temas que les afectaban a todas. Había además delegadas o conducción por cada piso, porque al estar separadas entonces era difícil tener una gran concentración, aunque encontraron los mecanismos para comunicarse entre pisos, Berta Horen nos refiere algunos de ellos:

Vaciábamos las letrinas, le poníamos lavandina, las limpiábamos bien, las vaciábamos y hablábamos a través de la letrina, de piso a piso, que era más seguro que mandar por la ventana palomas se le dice en la cárcel, tirar con un hilo, una soga un paquetito con algo escrito. Pero eso lo podían ver los guardias de fuera. Entonces vaciábamos y nos comunicábamos a determinado horario, alguien miraba que no vinieran las celadoras. También descubrimos, que los tornillos donde estaban atornilladas las camas, que podíamos hablar con la de al lado a través de él. O las piletas, en esta celda está la pileta acá, la celda de al lado tiene contra esta pared. También hablábamos por el caño de la pileta. Entonces así nos íbamos comunicando y nos poníamos de acuerdo(B. Horen, comunicación personal, 5 de julio de 2023).

Otra forma que encontraron las presas para comunicarse fueron los famosos canutos que eran documentos políticos que se intercambiaban de manera clandestina “los escribíamos en letra muy, muy chiquitita, en papel de cigarrillo o papel de carta de avión que se mandaba antes, letra muy, muy chiquitita, y envuelto después con muchas capas de nylon para que no se moje el papel y nos poníamos en la vagina, que no era muy cómodo. cuando lo pasábamos la otra le cambiaba todo el nylon, y así iba pasando”(B. Horen, comunicación personal, 5 de julio de 2023) Esto se alternaba con los llamados caramelos, que tenían el mismo procedimiento, pero escondidos en la boca y cuyo objetivo era sacar información a través de los familiares cuando se daban visitas de contacto.

Pese a que había compañeras de diversas gamas organizativas, los dos grupos más grandes —Montoneros y PRT-ERP— eran quienes marcaban las discusiones, y aun al interior de los muros seguían llevando la batuta sobre las decisiones que se tomaban, lo que como bien señala Rocío Ceballos “produjo fuertes encontronazos con las organizaciones minoritarias”(2023,10) porque las agrupaciones más pequeñas no tenían tanta fuerza política, sin embargo, terminaron agrupándose en el marco de la alianza entre estas dos organizaciones que articulaban las acciones de resistencias.

Una de las medidas de resistencia más contundente y más recordada por las mujeres fue rechazar las requisas vejatorias, negándose a quitarse los calzones, porque lo sentían como un atentado contra su dignidad. También se cerraron filas frente a otros temas como el traslado forzado de compañeras,

El predominio de estas dos organizaciones llevó a que algunas otras que no estaban propiamente organizadas sintieran la necesidad de cobijarse con ellas, tal es el caso de Elsa Chagra, quien pese a no tener una pertenencia organizativa fue detenida en agosto de 1976 por su participación en la Comisión Directiva de los Empleados Judiciales, y su papel como delegada sindical de la escuela primaria donde trabajaba en Formosa. Chagra estuvo en calidad de desaparecida por tres meses durante los cuales fue duramente torturada, lo que le dejó una lesión permanente en la columna. Fue trasladada a la cárcel de Devoto en junio de 1977, ella narra su experiencia en el lugar como una mujer sin filiación organizativa, que sintió la necesidad de unirse a una organización, en este caso el PRT:

Cuando yo llego a Cárcel de Devoto, primero que no entendía un pomo “¿Qué mierda estoy haciendo acá —decía yo— porque me secuestraron?” porque yo nunca había hecho ninguna actividad clandestina. Cuando llego a Devoto, vos sabés que yo les tenía que preguntar a las compañeras: ¿Qué quiere decir eso? yo llegué a la cárcel sin pertenecer a un grupo político. Como quien dice, oteé el horizonte y me sumé a las compañeras de Torrente. Podía haberme sumado a las otras ¿no? yo elegí ese. Porque yo siempre dije: En la cárcel es más fácil vivir organizada que desorganizada porque sola es imposible. Y si los tipos huelen que tenés un mínimo de debilidad, sabés cómo te entran a dar(E. Chagra, comunicación personal, 10 de noviembre de 2022).

Estar en un grupo, pertenecer, sin duda permite por un lado darles la fuerza del colectivo, protegerse, actuar juntas y por otra parte les otorga sentido a lo vivido.

Las autoridades de la cárcel sabían que existían este tipo de perfiles y buscaron llegar a ellas o hacerles aliadas para informarles sobre lo que pasaba, durante una entrevista grupal con varias ex detenidas, pudimos dialogar sobre este asunto y luego de recordar colectivamente algunas historias llegaron a la conclusión de que fueron realmente pocas las compañeras que permanecieron aisladas, pues por lo general se habían juntado con un grupo. Sin embargo, pusieron en claro que estas compañeras sufrieron un acoso mayor por parte de las autoridades quienes si bien no las sometían a torturas como las de los centros clandestinos, si eran llamadas constantemente a interrogatorios en donde además de preguntarles por su actuación fuera de los muros les interrogaban sobre las cosas internas, utilizando las más diversas estrategias como la manipulación religiosa, así nos narra Liliana Ortiz:

Yo vi el temor en alguna de las compañeras, el cura las llamaba siempre a confesar. Hasta que nos dimos cuenta que era para llenarles la cabeza y les preguntaba: ¿Qué hacen ahí adentro?, ¿quién es fulana?, ¿quién es? Y que de verdad mentía y te sonsacaba cosas. Sonsacaba cosas; ¿quién es⋯ suponéte María?, ¿qué es lo que hace? ¿Qué es lo que hace la delegada? ¿Cómo les organiza? Todo eso le preguntaban(L. Ortiz, comunicación personal, 3 de julio de 2023).

Además de la estrategia del cura, Elsa Chagra nos cuenta del uso también de psicólogos que buscaban manipular para provocar ruptura, al poco de haber llegado a Devoto, a ella le llama el psicólogo para decirle “tengo entendido que usted la pasa mal ahí donde está, que sus compañeras la tienen mal”(E. Chagra, comunicación personal, 3 de julio 2023) en su caso tuvo la claridad para no caer, pero ella misma afirma que es una forma de comenzar a desarmar.

Santiago Garaño nos refiere que en julio de 1977 se lanzó una directiva secreta para llevar a cabo un campaña interna en las cárceles de máxima seguridad como parte de la lucha contra la subversión, el autor rescata de un archivo personal, un documento en el que se hace la primera caracterización de las organizaciones y de su actuar en las cárceles, la “Orden especial N° 13-77 Recuperación de pensionistas” Copia N°2, Comando Zona 1; Buenos Aires (Garaño 2020, 126). En este documento se caracterizó la situación dentro de las cárceles, ubicando la estructura de las Organizaciones político militares, así como del perfil psicológico de sus miembros y la cohesión grupal, esto con el objetivo de impulsar “una serie de acciones que buscaban aislar a los subversivos y desalentar la continuación de la militancia del resto para encarar un tratamiento de reeducación social, así como evitar que las cárceles sirvan como escuelas de la subversión” (Garaño 2020, 128). Estas acciones se implementarían en tres fases, una de selección y clasificación de los detenidos, ubicando los blancos débiles, otra fase de reorientación que consistía en “lograr el desestimamiento ideológico y la reorientación en los blancos positivos” de “los que fueran recuperables y convencer al resto de que la derrota era inminente y con esto “debilitar su consistencia doctrinaria” y finalmente una tercera fase de consolidación de estos recuperables y reducir al mínimo posible los elementos negativos(irrecuperables)(Garaño 2020, 129).

La clasificación se dio en tres grupos: G1 para los resistentes o irrecuperables, G2 para los indefinidos o en vías de recuperación y G3 para los dúctiles o recuperados, que pueden ser más colaborativos por tener “síntomas de desmoralización” o porque “Tienen voluntad para acceder a un proceso de recuperación”(Garaño 2020, 129).

Este esquema fue seguido en la cárcel de Devoto, marcando la distribución de los pabellones, que era una especie de galpones con varias cuchetas donde entraban entre veinticinco y treinta compañeras, ocupando varios pisos. El G1 fue asignado a los pisos 2, 3 y 4 de la planta cinco, y en el último de ellos estaban las que se consideraban como más peligrosas, quienes no tenían permitida ninguna actividad. El G2 estaba en el piso uno de celulares y una parte del segundo piso de planta 6 y tenían permitidos los diarios una o dos veces a la semana, hacer gimnasia y tenían nueve horas de recreo en el pabellón y dos en el patio. Y finalmente en el G3 que se concentraba en la Planta Baja y tenía muchas más libertades, podían hacer trabajos manuales, tener insumos de sus familiares, tener visita de contacto una vez al mes, así como un régimen de puertas abiertas, dos horas de recreo en patio y periódicos diarios(Beguán et. al. 2006, 216). El objetivo de esta clasificación era generar disputas entre ellas e insertar la desconfianza. Berta Horen señala que, pese a que esta clasificación parecía estar marcada por la pertenencia organizativa y el lugar que ocupaban dentro de la jerarquía, había contradicciones importantes:

En ese momento, por ejemplo, las que pertenecían al Partido Comunista estaban en un régimen recuperable, con más beneficios. Se consideraban menos peligrosas. Pero más que nada, era una estrategia para generar rupturas. Entonces, por ejemplo, con nosotras la mayoría nacimos entre el mil nueve cuarenta y cinco y mil nueve cincuenta y cinco, pero había algunas que eran muy chiquitas, quince años, dieciséis. O mujeres de más de ochenta, entonces esta división donde eran irrecuperables no cuadraba. Una chica de quince años, ¿irrecuperable de qué?(B. Horen, comunicación personal, 5 de julio de 2023)

Sobre esto abunda Canteloro

También hubo compañeras que no eran de nivel importante y estaban en las irrecuperables. Eso también generaba contradicción. Era para generar contradicción y que no se entendiera muy bien. Y que las compañeras que estaban en ese régimen les generara resentimiento. “¿Por qué yo estoy sufriendo tanto y aquella que tiene más compromiso político, que es más pesada está en un régimen intermedio?” Bueno, eso tampoco lo lograron, ese resentimiento tampoco lo lograron. Esa discusión política que teníamos también tenía que ver con pensarse y pensarnos como un juego de ajedrez que nos querían manejar para poder enfrentarnos entre nosotras y no nos teníamos que enfrentar(G. Canteloro, comunicación personal, 17 de julio de 2023).

Además de marcar estas diferencias tenían por estrategia rotarlas de manera constante entre celdas, entre pabellones e incluso entre pisos, con el fin de evitar que se generaran vínculos profundos, buscando romper la red que iban tejiendo y la organización que fueron gestando. Continua Canteloro, ellos buscaban:

Que nos costara otra vez remontar la comunicación, conocernos con las compañeras que venían de otras celdas de otros pabellones que no nos conocíamos. La convivencia no es fácil. El hacinamiento es duro, genera mucha violencia. Entonces ese era el objetivo, destruirnos la organización y por lo tanto lo político, lo ideológico y lo anímico digamos. Nosotros, rápidamente nos volvíamos a organizar(G. Canteloro, comunicación personal, 17 de julio de 2023).

Silvia Asaro dice que la comunicación se cortaba solo con las compañeras del primer piso con el que pocas veces se tenía contacto y se suponía que ahí se encontraban las compañeras menos organizadas o bien las que recién habían llegado de los campos clandestinos de detención y que luego eran removidas a los otros pisos(S. Asaro, comunicación personal, 3 de julio de 2023). De las mujeres entrevistadas solo Elsa Chagra dice haber estado ahí, pero solo por unas horas al llegar a la cárcel. Debido al estigma que conlleva haber sido considerada como dúctil o recuperada, se tiene un vacío testimonial respecto a este grupo de presas.


Ⅳ. Mecanismos de resistencia

Si bien las condiciones de la cárcel fueron de una extrema dureza, las mujeres lograron articular distintos mecanismos de resistencia frente a las políticas de control extremo, por un lado, como ya vimos, se generaron políticas de alianzas entre organizaciones que lograron solventar las diferencias ideológicas que les habían causado rupturas en el exterior, ubicando que pese a las divergencias políticas dentro de la cárcel se encontraban frente a un enemigo común, una claridad que no tuvieron estando fuera, dentro de la cárcel nos dice Canteloro, pudieron poner en práctica real y concreta al hombre nuevo(G. Canteloro, comunicación personal, 17 de julio de 2023).

Ahora bien, esto que ocurrió fue una característica particular de las mujeres, quienes priorizaron las alianzas a las rupturas. En una discusión colectiva Elsa Chagra nos cuenta que esto no fue visto con buenos ojos por los varones: “los compañeros veían eso y decían que estábamos todas despolitizadas, porque no estábamos peleadas nosotras. Pero creo que llegamos a entender claramente quién era el enemigo principal y nos perpetramos entre nosotras para ponerle cara y ponerle espalda a ese enemigo. Entre los compañeros no, ellos se discutían y se peleaban mal entre ellos” (E. Chagra, comunicación personal, 3 de julio de 2023). Silvia Asaro apunta que esto se debe también a la cultura machista que lleva a los hombres a competir constantemente y a confrontarse, mientras que las mujeres suelen ser más aliadas (S. Asaro, comunicación personal, 3 de julio de 2023).

Considero que la impronta de género jugó un papel fundamental en el tejido de las redes de solidaridad y de hermandad que se construyeron al interior de la cárcel, mediada también por la capacidad de hablar no solo de política sino de sus historias personales, sobre esto reflexiona Berta Horen:

A diferencia de lo que siempre se dice que las mujeres tienen envidia de la otra o compiten, las mujeres manifestamos más los sentimientos y hablamos más de lo que nos pasa, no tenemos tanto prejuicio como los varones de que si llorás no sos hombre, y todas esas cosas. Con las mujeres no tenemos esas cuestiones. Además, creo que también como las mujeres siempre fuimos más segregadas para un montón de cosas, creo que también eso nos genera más solidaridad(B. Horen, comunicación personal, 5 de julio 2023).

Más allá de las diferencias organizativas e ideológicas las mujeres lograron establecer vínculos muy profundos que se sostienen hasta hoy. Nieves Kanje nos comparte sus impresiones al respecto:

Había como algo muy especial digamos que, era como que creíamos que si se salvaba una, se salvaban todas, más o menos. Era esa cosa, y un maternaje muy, muy importante entre nosotras. Me parece que eso fue diferente entre las mujeres y los hombres. Incluso poder llorar entre nosotras, poder contarnos nuestras tristezas. Eso también era, la posibilidad de que el otro te escuche y mostrar tus partes débiles también, ¿no? O sea, sí, una situación de empatía muy, muy grande. Nos poníamos bastante fácil de acuerdo, si decíamos esto: “vamos a resistir, no nos vamos a dejar que nos desnuden, ni nos vamos a desnudar ni tal cosa”, era fácil organizarnos todas. Medio sentíamos lo mismo(N. Kanje, comunicación personal, 7 de julio de 2023).

Quizá uno de los aspectos en donde la solidaridad se hizo más presente fue con el tema de la maternidad, pues se establecieron roles de cuidado colectivo en torno a los bebés, Maria Esther De Negri, que tuvo a su primogénito en Devoto narró como se organizaban en el pabellón de madres “ahí socializábamos absolutamente todo, el trabajo, nos organizábamos, una semana una cocinaba, o día por medio una se ocupaba de la ropa, otra se ocupaba de la limpieza, armábamos brigadas así, equipitos y nos organizábamos de esa manera para el bienestar de todas”(M. De Negri, comunicación personal, 5 de noviembre del 2022) También Nieves Kanje tuvo a su hija en la cárcel y habla con una mezcla de cariño y nostalgia del apoyo que se tejió en el pabellón:

Me ayudaron muchísimo las compañeras porque yo no tenía ni idea de lo que era tener un hijo, ni cambiar un pañal ni nada. Con las mismas camisas de ellas le hicieron ropita. Fue todo también un acto de solidaridad de enseñarme a poder bancarme el dolor de las contracciones, cómo tenía que respirar, porque ahí no había nada, ni nadie. Ahí también nos íbamos organizando según las necesidades, o alguien que los pudiera entretener, o sea; también se armó como una pequeña cosa más cooperativa(N. Kanje, comunicación personal, 7 de julio del 2023).

Otra esfera que lograron resolver las presas de Devoto de una forma admirable fue el tema de la distribución de víveres. En la cárcel organizaron un sistema que llamaron Economato, que consistía en resumidas cuentas en juntar todo el dinero que les entraba en un fondo común y realizar una despensa que luego repartían de manera equitativa entre ellas, sin importar si a alguna compañera le había entrado más dinero o por el contrario si no tenían ingreso, como nos narra Elsa Chagra:

La familia nos mandaba los giros y ellos (los guardias) venían y te entregaban un cartoncito que decía el valor del giro. Con eso vos podías comprar en la proveeduría. Una vez a la semana se hacía el pedido, pero nosotras, no es que cada una agarraba y compraba lo que quería; No. Éramos dos o tres compañeras en el piso que organizábamos la compra. De tal manera que lo que recibíamos lo repartíamos entre todas. Pero ellos nos ponían topes, porque había compañeras que recibían mucho dinero, pero no podían comprar más que un kilo de queso por semana, o más de un kilo de azúcar o sea que eso nos restringía. Llegó un momento que teníamos que, distribuíamos, por ejemplo, nos tocaba una cucharada de azúcar por día; o una cucharada de leche, leche en polvo(E. Chagra, comunicación personal, 10 de noviembre del 2022).

Canteloro nos cuenta que en un primer momento esta estructura estaba organizada por un grupo político pero que después se fue generalizando:

Durante un tiempo tuvimos economato separado, por un lado, el PRT y por otro lado el de Montoneros. Y eran las dos organizaciones grandes, más fuertes y las que estábamos dentro de la órbita de cada organización. Yo, siendo de la UES no pertenecía a la estructura de Montoneros, pero estaba bajo la órbita de Montoneros. Entonces muchas compañeras del PRT, por ejemplo, eran del interior. Por lo menos en los pisos donde yo estuve, porque también hay diferencias entre pisos. Y muchas compañeras de Tucumán, de Salta, imposible la familia que pudiera depositarles dinero. Se discutió mucho, pero se llegó a acuerdo de fusionar el economato. Entonces ya todo se dividía para todas. Todas recibían la misma cantidad(G. Canteloro, comunicación personal, 17 de julio del 2023).

Para organizarse tuvieron que diseñar distintas estrategias, pues las autoridades carcelarias buscaban impedir cualquier forma de organización colectiva, así que imponían limitaciones respecto a la cantidad que cada presa podía adquirir, para tratar de impedir que se hiciera un pedido colectivo, pero las mujeres diseñaron algunas estratagemas para lograr su objetivo y lograron mantener la estructura del economato prácticamente todo el tiempo que estuvieron en la cárcel.

Así como se organizaron para la repartición igualitaria de víveres, las presas pusieron sus saberes y conocimientos al servicio de la comunidad, por lo que el tiempo pasaba entre clases de historia, marxismo, literatura, ciencias e incluso de procesos de alfabetización y regularización. Elsa Chagra le nombra esto la escuelita y nos narra como algunas docentes se dieron a la tarea de enseñar a leer a algunas compañeras que no sabían o que por algún motivo no habían terminado la escuela (E. Chagra, comunicación personal, 10 de noviembre del 2022). Otras compañeras que tenían alguna especialidad daban cursos, como narra Canteloro: “Se hacían actividades intelectuales. Compañeras que eran historiadoras, daban cursos de Historia, había compañeras que sabían, manejaban mucho el marxismo, entonces daban cursos sobre marxismo. Aprendíamos todo lo que se podía, se discutía mucho, y en esa discusión política se hacían análisis internacionales, nacionales y de política hacia el penal” (G. Canteloro, comunicación personal, 17 de julio de 2023).

Estas actividades intelectuales estaban acompañadas de otras actividades manuales que las presas se ingeniaban para poder llevar a cabo pese a estar prohibidas. De Negri cuenta, por ejemplo, sobre los bordados “no nos dejaban bordar, pero nosotras arrancábamos hilitos de colores de las toallas y con eso hacíamos bordaditos”(M. De Negri, comunicación personal, 5 de noviembre de 2022). En el libro Nosotras presas políticas, se narra también como se guardaban los huesos de la comida para elaborar agujas para cocer o pulseras con cualquier material que tuvieran a mano. Quienes tenían una vena más artística realizaban también dibujos, historietas o tarjetas de cumpleaños, tanto para ellas como para algunas compañeras que querían mandar algo lindo para sus familiares. Mientras que otras dedicaban su vida a la escritura de cuentos o poemas9) o bien a la lectura colectiva. Berta Horen reflexiona en como estas pequeñas ocupaciones se convirtieron en importantes resistencias:

Su política de aniquilamiento, el hecho del objetivo de ellos de anularnos como sujetos y que nuestro tiempo fuera absolutamente improductivo. Entonces lo que hacíamos nosotras era volverlo productivo; o sea hacer cualquier tipo de actividad, aunque estuviera prohibida, como para mantenernos activas. O sea, desde discusión política, hasta transmitirnos los conocimientos que cada una tenía. (B. Horen, comunicación personal, 5 de julio de 2023)

Esta serie de actividades les hacían estar entretenidas, son varias las compañeras que afirman que el tiempo en la cárcel les pasaba muy rápido porque siempre estaban ocupadas y como señala Horen esto era una manera de hacerle frente a la estrategia aniquilamiento que buscaba mantenerlas inactivas para desestructurarlas.

También se inventaban programas de radio, conciertos y obras de teatro, que implicaban todo un cuidado organizativo para evitar ser descubiertas. Nieves Kanje nos dice al respecto:

¡Uy eso era súper liberador! Porque primero que era como un desafío a toda la represión que había ahí adentro. Bueno, son momentos de arte, las obras de teatro, donde no sé, las chicas se inventaban, había un grupo que hacía chistes, otro grupo que hacía cosas graciosas, otro que era comedia. Bueno, para nosotras esos momentos eran momentos de liberación donde nos podíamos reír, donde podíamos digamos disfrutar, siempre todo bajito, pero eran momentos de creatividad también, porque para hacer ese sketch, o esa pequeña obrita de teatro, las chicas habían pensado ideas, habían pensado cosas y también eso era cómo, digamos todo un desafío a la cotidianeidad de la cárcel ¿no es cierto?(N. Kanje, comunicación personal, 7 de julio de 2023)

Silvia Asaro fue una de las protagonistas de estas obras de teatro y sobre ello nos cuenta:

Éramos muchas, varias, las compañeras que habíamos incursionado en nuestra juventud en el teatro. Entonces lo que no sabíamos lo inventábamos. Teníamos un grupo con Gracielita Shubman que había hecho teatro, estaba yo y había dos o tres más. Entonces nos habíamos organizado en los recreos externos, o sea cuando salíamos de la celda. “Ché, armamos algo”, bueno, y todos los fines de semana, o los cumpleaños, o qué sé yo alguna fiesta, organizamos una obra de teatro, cualquier pavada. Inventábamos algún sketch cómico. Y, bueno, después era ir a la ducha⋯Cuando salíamos al recreo. “Bueno, a ver ¿quiénes son las campanas?” Y todo el resto entrábamos a las duchas. Y bueno, entraba la celadora y era el desbande(S. Asaro, comunicación personal 3 de julio de 2023).

El objetivo, nos dice Asaro, era sacar unas risas que les permitieran salir del encierro, divertirse y afirmar la vida. En este contexto la risa conlleva una potencialidad política, es un aliento de vida que permite la dignificación, la afirmación de que no lo ganaron todo. En el Nombre de la Rosa de Umberto Eco se descubre que el libro envenenado que ha llevado a la muerte de los monjes era un tratado aristotélico sobre la comedia, en el que se habla de los riesgos que implicaba la risa porque “la risa libera al aldeano del miedo aldeano”, y argumenta el ficticio personaje fray Guillermo de Baskerville:

Tenía miedo del segundo libro de Aristóteles, porque tal vez éste enseñase realmente a deformar el rostro de toda verdad, para que no nos convirtiésemos en esclavos de nuestros fantasmas. Quizá la tarea del que ama a los hombres consista en lograr que estos se rían de la verdad, lograr que la verdad ría, porque la única verdad consiste en aprender a liberarnos de la insana pasión por la verdad.(Eco 1984)

La risa nos permite precisamente escapar, aunque sea por un momento, de la condición de sometimiento, libera a las presas, les hace sentir vivas. Y es además una risa colectiva, que es la forma más hermosa de reír porque se adquiere una fuerza doble. Varias afirman que el tiempo en el que más han reído en su vida fue este tiempo en la cárcel.


Ⅴ. Salir de la cárcel

Salir de la cárcel sin lugar a dudas fue una noticia que alegraba a las mujeres, era un recobrar el aliento de la libertad, pero estuvo siempre acompañada de una tristeza profunda e incluso de un sentimiento de culpa, por dejar al colectivo, por sentir que se abandonaba a las compañeras. También presentaban una especie de nostalgia por la comunidad que habían creado ahí, que resultaba difícil de comunicar y de compartir con otros pues parecía un absurdo extrañar la cárcel, como plantea Guillén “Es curioso pero al momento de salir viene un sentimiento de soledad, porque finalmente dentro de la cárcel todo lo hacíamos era en colectivo y además era volver a un país que no era el que habíamos soñado”(Guillén, 2007).

Esto fue muy duro para las mujeres pues sus colectividades muchas veces estaban rotas, las organizaciones políticas a las que pertenecían estaban prácticamente aniquiladas y las familias no siempre les recibieron con los brazos abiertos, pues, sobre todo en tiempos aun de dictadura, había un profundo miedo. Esto les llevo a mantener sus memorias en silencio por muchos años, hasta que pasado el tiempo de la democracia fueron encontrándose y construyendo una nueva colectividad donde poder retomar sus vivencias.

Las opciones de salida fueron distintas, hubo a quienes se les permitió salir mediante la opción de salida del país, entonces la nostalgia no era solo por dejar el colectivo sino por dejar al país y por tener que empezar una nueva vida.

Hubo otras mujeres que salieron con el régimen de libertad vigilada, lo que significaba que pese a estar en aparente libertad, tenían que presentarse cada cierto tiempo a firmar y se les había asignado un radio limitado en el cual podían moverse pues se encontraban aun bajo el control de las autoridades.

Hacia el fin de la dictadura las mujeres fueron saliendo poco a poco y ya para el año 1983 las pocas que quedaban fueron trasladas a la cárcel de Ezeiza, donde la mayoría salió una vez llegada la democracia.


Ⅵ. Conclusión, tejer la vida ante la violencia.

Si bien la experiencia de la cárcel fue terrible y dejó huellas imborrables para las mujeres, estos recuerdos no son siempre dolorosos, por el contrario, están plagados de risas y de compañerismo que hacen que algunas de ellas hablen incluso de esta etapa como la mejor de sus vidas, pues lograron aterrizar la utopía de construir al hombre nuevo, o en este caso a la mujer nueva, cuyas premisas eran la solidaridad, la amistad, el diálogo, la igualdad y la construcción colectiva.

Gracias a los mecanismos de resistencia que construyeron de manera colectiva lograron no solo hacer frente a la violencia política, sino mantener viva la esperanza y afirmar su vida. Las formas de comunicación y la estructura organizativa les permitieron crear estrategias colectivas; redes de solidaridad que les hicieron sentirse acompañadas en todo momento y garantizar el sustento tanto del cuerpo como del espíritu. La creatividad, con sus diversas expresiones, les permitió recordar que estaban vivas, tener vías de escape y generar las risas que fueron el alimento del alma y el motor de su fuerza.

En resumen, podemos decir que la experiencia de las mujeres ex presas políticas de la cárcel de Devoto permite afirmar que ganaron la batalla, sobrevivieron a la violencia y lograron salir de la cárcel no solo cuerdas y vivas sino fortalecidas y con la esperanza de poder construir un futuro mejor.

Notes

1) Charo Moreno fue detenida teniendo 17 años, estando embarazada, estuvo en condición de desaparecida por 12 días antes de ser trasladada a la cárcel donde tuvo a su hijo.
2) El libro fue llevado a obra de teatro y dirigida por la propia Charo Moreno
3) Refiero en este sentido el trabajo realizado por Guillermina Laitano a partir de la revisión de la Colección Cartas de la Dictadura de la Biblioteca Nacional(2018)
4) Anterior a este trabajo está el libro Del otro lado de la mirilla, donde se agrupan los testimonios de ex presos políticos la cárcel de Coronda, publicado en 2003
5) Esta amenaza esta presente en muchos testimonios de ex presas de Devoto y se atribuye al jefe Galíndez, jefe de seguridad de la cárcel de Devoto. En los presos hombres también esta presente la amenaza de muerte o locura, acompañada de convertirlos en homosexuales, con una fuerte carga peyorativa, que nos da una muestra también de toda la construcción de la masculinidad, sobre la que Santiago Garaño ha reflexionado en su reciente libro Deseo de combate y de muerte: El terrorismo de Estado como cosa de hombres(2023).
6) Sin que esto signifique que antes no existieran, pues la prisión política estuvo presente a lo largo de la historia argentina, pero fue a partir de este cambio que se convirtió en una actuación sistemática
7) El operativo independencia tuvo por objetivo era aniquilar los frentes guerrilleros del ERP en el monte Tucumano, instalando en la región uno de los primeros centros de tortura.
8) Denominados así posteriormente por los organismos de Derechos Humanos
9) Sobre el tema de la poesía me permito remitir los trabajos de Débora D´Antonio(2019) “La escritura femenina en tiempos de encierro como forma de intervención política(Argentina, Villa Devoto, 1976-1983)” Historia del presente, n°33, pp.41-56. Así como el novedoso trabajo de Sandra Ivette González Ruiz(2020) Cuerpo, violencia y transgresión: constelaciones de mujeres que escribieron poesía durante las dictaduras en Chile y Argentina. Tesis de doctorado en Estudios Latinoamericanos de la UNAM.

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